lunes, 28 de septiembre de 2009

Acción, lección...


Pero, ¿qué sucede? ¿Quién nos está siguiendo, quién va 10 pasos por delante para ir dejando el camino lleno de obstáculos? Como si alguien hubiera cosido a conciencia un muñeco budú, y nos hubieran hecho la vida imposible. Y es que oiga, ya está bien!

Un viaje a Barcelona, un monólogo de Dani Mateo, una visita al Casino para ver a los de "Summercat". A todo eso, por si fuera poco, hay que sumarle pequeñas minucias, pequeños detalles, que pendiendo de un hilo siempre caen para el lado negativo. ¿Tanta fuerza positiva estamos creando a nuestro alrededor que no dejamos para el resto de cosas? ¿Puede que falten croissants? Faltarán! Que una gota puede caer al suelo y no mancharte... te manchará!!!

Y es que la ley de Murphy nos viene al pelo. "Si algo puede salir mal, saldrá mal!"

Pero bueno! Me veo aquí, carraspeando de todo un poco. En fin, no es para tanto, las circunstancias te vienen así y no queda otra que aceptarlas como son y como gente civilizada. No llegamos a ningún sitio partiéndole el taburete a la recepcionista tras la mala
noticia, y que cargue con el peso de esa y todas las anteriores decepciones. No, no era justo. Y es que todo no ha sido malo, obviamente. Es verdad que cuando hablamos de lo negativo, se tiende a enfatizar y olvidar la parte positiva de las cosas, que alguna habrá, seguro.

Además, el curso ya ha empezado, las ganas son tremendas por aprender cada día algo nuevo. Al menos el tiempo pasa rápido..., que tampoco es cuestión de envejecer a la carrera (nunca mejor dicho) pero oye, que si el fin de semana parece que llega antes, pues tampoco está tan mal. Y a lo largo del día, pasan un montón de cosas, algunas de carga negativa, (como decía, las más recordadas) otras de carga neutra (que ni fú ni fá) y las últimas, las positi
vas, que solo te paras a pensarlas y a recordarlas, y a sonreir pensando en ellas, tras haberlas vivido, y unos minutos antes de cerrar los ojos y dejar la imaginación en estado puro, a soñar, a divagar, a volar...

Finalmente, qué más da, si no ha podido ser hoy, será mañana, y sino al
otro. Que para eso reservamos unos kilitos de paciencia, para las grandes ocasiones. Lo bueno es que de momentos negativos también se aprende, siempre hay una lección detrás de una acción -aunque normalmente venga la réaction-. De otro modo, también hay una élection. Puedes elegir entre quedarte apesadumbrado por las circunstancias, es decir, que puedan contigo, o bien, rehacerte y combatirlas con positivismo! Es cuestión de elegir entre hacerte la víctima de todo o afrontar la realidad, así de simple...


Un fuerte Abrazo!

y es que no sé de que me quejo,
al fin y al cabo, lo malo no es tan malo;
eso es, según desde donde lo mires...

lunes, 14 de septiembre de 2009

Fuego... y sus anécdotas



-¿Qué tiene el fuego que nos parece tan hermoso? No importa qué edad tengamos. Siempre nos atrae. Un movimiento perpetuo. Algo que el hombre siempre quiso inventar. Si uno lo dejase arder, duraría toda la vida. ¿Qué es el fuego? Un misterio. Los hombres de ciencia charlan y charlan acerca de moléculas y fricciones. Pero nada saben realmente. Es hermoso porque detruye la responsabilidad y las consecuencias...

Ray Bradbury, Fahrenheit 451


Realmente, en el libro, el fuego elimina toda fuente de preocupación o problemas. Vale! Ya sé que los libros no son problemas, pero ya me entenderás si lo lees o lo has leído. Es un fenómeno que ayuda a olvidar, que desintegra en cenizas, que devuelve a los objetos su origen, el polvo. Pero, a lo largo del libro, el protagonista advierte que el fuego no sólo sirve para borrar, para olvidar. Se da cuenta de que el fuego también es vida, y con el crepitar de sus llamas, emboba las miradas de los diferentes individuos reunidos a su alrededor. Que causa sensaciones diferentes a todos y cada uno de ellos. A algunos les causa terror, a otros les es reconfortante, incluso a otros les ayuda a soñar, en una noche estrellada a la intemperie.

El fuego, para mí, es algo más que esa llama que oscila al son del viento, algo más que la combustión de un combustible, es una sensación dentro de mí, diferente a cualquier otra, y por tanto, única. Una sensación perceptible en la mirada, con los gestos, sobran palabras. Y es que, cuánta razón, hay situaciones en que las palabras sobran, únicamente hace falta observar la manera de actuar, la manera en que esa llama va cogiendo forma. Colores vivos, cálidos, el rojo, el amarillo anaranjado, incluso el azul verdoso, pertenecen a esa gama calorífica, se desprenden y ascienden hasta las capas más altas de la atmósfera, y vuelan, mientras ven las estrellas en la lejanía. El fuego, también origen de catástrofes, de miseria, de tormentos, de preocupación... y es que, como todas las cosas, en exceso, no son buenas a la larga.

Pero bien, el fuego al que me refiero es un fuego delicado, de los que se dejan arder y no lo queman todo enseguida, que va poco a poco, sin prisa, pero sin pausa. Y como el ave fénix que de sus cenizas vuelve a resurgir, pues las cenizas que éste fuego deja, se vuelven a convertir en combustible, pero con una ventaja, que recuerda todo lo vivido y
puede aprender de ello y seguir evolucionando. Es por eso, una llama que no termina, un fuego infinito, resistente a vientos y mareas.

Una llama dormida que se ilumina al abrir los ojos y verte a mi lado, acurrucada como te dejé cuando los cerré hacía unas horas. Y despertar junto a ti, por primera vez. Lo que había sido un sueño, hecho realidad. Esa mirada somnolienta, risueña, cansada a pesar de haber dormido (un poco). Y es así, el fuego, un misterio como afirma Ray en su novela, que no sabes ni de dónde surge ni adónde te dirige. Sólo esperar que te guíe, por el buen camino, la llama del amor.

Y así queda, otra forma de ver la típica hoguera de San Juan, o la hoguera primitiva, que reunía tribus indígenas o descendientes de los primeros Homo Erectus. Quién sabe, el fuego se presenta de tantas maneras que nunca se sabe cuál será mejor o peor, simplemente diferente, única y especial...


Derritiéndome como la cera,
tratando de crear algo,
que sin saber cómo,
algún día ya fue creado...

jueves, 10 de septiembre de 2009

La muñeca de porcelana


Es una muñeca, es un juguete, ¿es un objeto? o casi como alguien más de la familia, es ella, es la muñeca, esa muñeca de porcelana con los mofletes sonrosados, la sonrisa estática y los ojos que no paran de mirar. Es esa misma muñeca, la que da miedo por las noches, la que gira la cabeza y te mira al entrar, una muñeca peculiar, la que oye todas las conversaciones, está atenta a todo lo que pasa por delante. Podría estar olvidada en alguna de esas enormes cajas del almacén, donde los juguetes de la infancia acaban amontonándose, unos encima de otros. Esas cajas que siempre se dice, "un día hay que ir a donarlo a alguien que le haga más provecho que aquí" y nunca se hace. Pero no, la muñeca permanece en el segundo estante del mueble, allí posada, junto a un cochecito de carreras rojo. Es un poco siniestra, vale, nunca me han gustado tenerlas de cerca, pero esta es especial.

Ella no es tonta, y sabe qué ocurre a su alrededor. La gente les teme, las muñecas de porcelana tienen mala fama, como causa de fenómenos paranormales. Pero aún así, ahí estaba ella, quietecita. De hecho, hace unos días, permanecía expectante mientras su compañero de habitación hacía algunas tareas. Es una muñeca que sabe estar callada, no molestar cuando sabe que no debe hacerlo y hablar, girar la cabeza, bromear e intimidar -al estilo Chucky-, cuando anochece. Pues bien, a la pobre muñeca le tocó presenciar alguna de esas disputas familiares que tenían, cada vez más a menudo sus compañero
s de casa. Por tanto, una muñeca de lo más objetiva pudo observar de una manera real, los hechos acontecidos aquella tarde.

La muñeca vio cómo llegó su compañero de habitación, algo agobiado y con ganas de terminar lo que tenía entre manos. Pero bien, ello suponía un esfuerzo y una concentración mínima. El caso es que su dueña (la dueña de la muñeca) llegó a casa, tras un duro día de esfuerzo, con unas ganas inmensas de hablar con alguien, de conversar. Y encontró con un familiar que no estaba por la labor, de hecho le daba respuestas cortas, debido a la concentración que había conseguido, gracias al silencio humano, que no musical... La muñeca veía cómo el nivel de adrenalina que segregaba su compañero aumentaba por momentos. Lo cuál, al saber que el stress es directamente proporcional a los niveles de adrenalina, la bomba comenzaba a hincharse. Pero bien, ella lo veía cómo se contenía.

Y, de súbito llegó un tercer familiar, con aires de reproche y mal humor. Aires con los cuáles, roció al compañero de habitación con acusaciones leves, pero irritantes, debido al estado límite en el que se encontraba. Ella sabía que debía controlar a su amigo, es más, confiaba en que podría hacerlo. Pero llegó un momento en que los dos miembros le abrumaron, y bien, la adrenalina tuvo que salir por algún lado. Un grito desgarrador. La muñeca realmente se asustó. Las paredes temblaron. Es cierto, el Instituto de Ondas Sísmicas captaron vibraciones terribles. Una llamada anónima podría haberles explicado el origen de tal vibración. Desde luego, les habría ahorrado preocupaciones diversas.

El caso, es que su compañero, siguiendo atareado como estaba no se dió cuenta en el lío que se había metido, sin comerlas ni beberlas. Y es que a ella, nunca le tuvieron que decir que ya hablaría con los peces del cuadro por la noche, mientras el amigo dormía, porque era evidente que de día molestaba. Pues así, los familiares deberían entender que cuando alguien está concentrado (algo muy cotizado hoy en día) lo que menos quiere es que algo o alguien le obligue a apartar la mirada de aquello a lo que le está prestando atención. Y es que hay más tiempo durante la tarde/noche, ¿no es así? Hay una función básica de cualquier ser vivo, que es alimentarse. Normalmente, la gente se reúne en una mesa y comparte los alimentos que alguien ha cocinado previamente. Es en ese mismo momento donde la conversación de la tarde, puede comenzar, en un momento de relax, donde se pone la máxima atención a la familia... y a la comida... Por tanto, repasemos, un saludo por la tarde y una conversación por la noche, ¿tan difícil es, cuando la época de estudio ha comenzado? Costará entenderlo...

En fin, así lo vivió la muñeca de porcelana, pobre de ella que no es la primera discusión ni la última que verá con sus propios ojos, tiernos de día, y extrañamente diabólicos en la oscuridad.

Que sí, que sí, todo lo que escribo son tonterías, ¿verdad? Claro, nada se refleja en la realidad, todo parece ser mentira, u otra cosa es que no lo quieras ver. Porque yo ahora mismo, veo esa muñeca de porcelana, posada en la estantería, y oye, ahí está ella la mar de feliz.

...para todos aquellos que no les gusta desconcentrarse,
para los que les encanta marear la perdiz,
para los que de un grano de arena, hacen una montaña,
para los que desean reconciliarse, pero quieren hacerlo difícil,
y, para todos los demás, que no saben de qué va, algún día lo entenderán...

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Reencontrarse con uno mismo


Entrando y saliendo, pasillo, habitación, pasillo, baño, pasillo, cocina, pasillo, habitación. Y es que todavía no me he hecho la idea de volver aquí. Pero, ¿de qué voy? Sabía que tarde o temprano la estancia veraniega iba a terminar, como cada año, claro está, nunca había vivido un verano tan intenso. Puede que por no aumentar la magnitud de lo que es, solo lo pensara para mis adentros. Pero, realmente, han sido unos meses probablemente de los mejores que pueda vivir en toda la vida. Y es que cuánta razón tienen los mayores. La juventud es una época para aprovechar al máximo todas las oportunidades que se le ofrecen, siempre y cuando uno esté dispuesto a realizarlas. Una época en que los dolores de cabeza todavía están lejos, aunque de vez en cuando comienzan a llamar a la puerta tímidamente.

Lo cierto es que ahora, escuchando la música que dejé aquí a principios de la época estival, me estoy dando cuenta de que tampoco ha habido un distanciamiento demasiado pronunciado. Y es que ha sido una época de cambio, una época de las que marcan a uno en la vida, de las que se cuña un sello en alguna pared lateral del corazón. Y ¿qué es el corazón? De repente, se me vienen tantas imágenes a la cabeza que contienen la palabra corazón… El motor de la vida, la piruleta que venía en las bolsas de cumpleaños con una figura de corazón, esos latidos que notas cuando acercas tu oído a su pecho, y que cuando no oyes te obsesionas de tal manera, que comienzas a tocar el cuello, la muñeca hasta encontrar su pulso; esa nube que buscas sin parpadear cuando ella no está a tu lado, hasta que la dibujas en el cielo y marcas una suave sonrisa con un leve suspiro; esa sala repleta de corazones con pinzas y algunas notas de cariño (y otras de no tanto amor, sino... lo otro), donde fechamos nuestro amor, donde dibujé una palmera torpemente, donde escribí un pareado sin rima, donde reflexionaste qué pondrías o cómo lo pondrías, donde nunca leí lo que pusiste. Y eso me enlaza a otro lugar, aquella habitación, de fría recepción. Clara y reconfortante de día, oscura y apasionante de noche. Un lugar, ese lugar donde me dijiste qué era lo que ponía en el reverso de la nota, esa nota que quizá hoy todavía esté allí colgada de una pinza, pendiendo de un hilo, que va al mismísimo corazón. Hay montones de cosas que me recuerdan al corazón, algunas agradables, otras no tanto, pero me quedo con la última acontecida, y como tú dijiste, el primer beso de piruleta. ¿Qué te sugiere el corazón?

Lo dicho, el tiempo que llevo ya entre estas paredes se está haciendo reconfortante al escuchar la música de aquellos tiempos. Parece como si las paredes necesitaran de esas ondas para transmitir simpatía, y yo la percibo. No, no estoy loco, qué va. Como mucho, podríamos aceptar esta anomalía psicológica como un daño colateral al traslado de hogar tan repentino. Hasta que me haga la idea… pasarán unos días de rareza. Y es que mañana abriré los ojos, y todavía pensaré que tan solo estás a tres pisos de mí. Pero bien, poco a poco el chip se cambia, y en lugar de ser tres pisos, serán tres campos de fútbol… bendita magnitud de medida… (Aunque quizá sean 6 o 7 pero tenía que decirlo).

Como si un péndulo fuera,
de lado a lado de la esfera,
viendo pasar las horas,
hasta poder volverte a ver...