sábado, 7 de agosto de 2010

Labios, susurros, la nuit


Me siento tentado a volver a escribir en este ordenador, como aquellos veranos en que no había mañana, en que la noche, con Internet, con el juego del momento llenaban toda mi vida. Eso y los libros. Algo que nunca dejé. Ahora sentado en la misma silla azul, incómoda como siempre, me gustaría hacer lo que siempre sueño, escribir, en silencio, oyendo las teclas de un teclado antiguo, usado y cuidadosamente memorizada la distancia de cada tecla a la contigua.

Ahora parece la misma situación, las tantas de la mañana, en un ordenador sin Internet, con la tapa del piano todavía abierta, pero la cama ahora está deshecha, donde recientemente habíamos yacido durante una fugaz hora, abrazados, nariz con nariz, boca con boca, narrándote todo cuanto sentía. Por eso la situación no es la misma. Han pasado muchas cosas desde aquel entonces, niño inocente, o no tanto, pero un poco menos experimentado en la vida. Y es que a medida que pasan los años, la tabla de multiplicar se te va olvidando, y llegan nuevos intereses, nuevas obligaciones, nuevos derechos. Todo comienza tan extraño y sigue siendo tan normal con el tiempo. Dicen que es la confianza, pero el amor se hace más cómplice con estos detalles. Ahora mismo te susurraba al oído. Te hablaba sin parar, de cómo lo hacía en invierno, en esas noches pasadas por agua, tapados entre sábanas, contándote ocurrencias de las 4 de la mañana al oído, mientras dormías. Y lo sorprendente es que yo me creía que te lo había comunicado, pero de un sobresalto levantabas el cuello, mascabas la boca de lo seca que se encontraba, entreabrías los ojos extrañada, y sonreías por darte cuenta que todavía estaba ahí a tu lado y que nada había sido un sueño. Yo, por otro lado, orgulloso de haber reflexionado con tu subconsciente. Y pensar o intentar creer que eso lo debías oír, pero nada de nada, ni darte cuenta de la jugada.

Así ha sido hoy, hablando del mundo, hablando de nosotros, de los viajes en tren, en coche y en avión. De las fotos en cualquier lugar de los que te he descrito. En un café de Nueva York, en una fachada coqueta alemana, en un callejón Amélie de París, en la plaza principal de Praga, en cualquier preciosa ciudad italiana. Siendo el motivo principal de una postal en los fiordos, Finlandia, Suiza, Viena, Moscú, la Muralla China, el Kilimanjaro, Río de Janeiro, la Patagonia, el Teide, Australia, Nueva Zelanda, Asturias, Galicia, Lisboa, ese pueblecito cual castillo más bonito. Maravillado de tu placidez tras haberte recorrido el mundo en palabras, te digo que vamos a la Luna y un dedo se desplaza a tu suave nariz para acariciártela, inconscientemente. Por eso espero, que aunque no me escuches, estés al tanto de lo que te narro, porque a mí me parece como si te lo hubiera dicho mil veces, y en realidad no lo has escuchado ninguna.


Y los besos… me fascina la manera en que los humanos se agrupan de dos en dos, más o menos, cuando intercambian esos fluidos que corren por sus lenguas, hechas un nudo, juguetonas, cuando se enroscan de tal manera como para desfigurarse el cuello. No entiendo muy bien el beneficio en ello, pero por su manera de abrir los ojos, sus sonrisas, se percibe energía estable, se percibe una conexión íntima, un todo, un uno.

Y las caricias… Dicen que los bebés necesitan muchos mimos, muchos besos y palabras bonitas para desarrollar su intelecto, para evolucionar, porque se ven arropados, seguros y protegidos. De algún modo te lo intento transmitir cuando duermes cerca de mí, llevando las yemas de los dedos de extremo norte a sur de tu tez, observando el pestañeo involuntario de tus párpados, el pequeño tic con los dientes de morder, alguna convulsión espontánea. Todo esto lo observo y me maravillo cómo de un momento a otro suena el tono estridente de uno de esos aparatos táctiles que tan locos llevan a los ejecutivos y al resto del mundo en general, y te despierta, de un sobresalto para apagarlo, para decirme que te tienes que largar si no quieres llevarte una bronca. Y me quedo vacío de corazón, de pasar una noche más sin tu calor, sin tus abrazos debajo del edredón y sin tu respirar en el frío silencio nocturno, dejando entrever que todos esos recuerdos de invierno son productos de mi imaginación. Eso me entristece, tras haberte tenido tan relajada con mis cuentos de hombre mayor, de cómo quiere escribir el futuro, de cómo quiere recordar el pasado – que como dice un tal Bretodeau, ves toda tu infancia recogida en una pequeña caja de recuerdos- que no es triste, es melancólico, que de lo pasado ya no se recoge el fruto. Que el futuro no existe, sino el presente que sucede tan rápido que ya es pasado, ya es recuerdo. Y por eso escribo, a estas horas, cuando la vida gira de otro modo.

Todos duermen. No hay prisas. –Tintineo de llaves- A decir verdad, algún vecino rezagado acaba de llegar a casa, pero aparte de éste, nadie marea la perdiz, todo está tranquilo para dejarte llevar, para que la cabeza conexione de la manera en que decida hacerlo, sin sobresaltarse por nada.

Qué más da, si he encendido este bicho para recordar aquellos veranos en que no había mañana, en que la noche, con Internet, con el juego del momento llenaban toda mi vida. Ahora no es que no los necesite, es que hay algo que llena mi vida de otra manera, para el resto de Human Beings ni mejor ni peor; para mí, incomparable a ninguna otra aglomeración de átomos en cualquier estado, dentro de este Sistema Solar, yacido en la Vía Láctea, en medio de la nada, en medio de trillones de infinitas estrellas que pululan ahí arriba, en la azotea. Aquellos dos destellos de luz, que nunca iban a parar de entrecruzarse, eh? Ahí están, sin soltarse el uno del otro, burbujeándose y oxigenándose directos, a la inversa, a la viceversa y recíprocamente.


~Todo por hoy~

jueves, 5 de agosto de 2010

Día 10. Come back home





El día de hoy ha sido todo un trajín. A las nueve y media de la mañana ya teníamos que tener desalojada la habitación. Para ello, hemos desayunado pronto y dejado la habitación y la maleta recogidas. Tras esto, hemos ido al café a realizar unas cuestiones de las que no estaba del todo de acuerdo. Como el único con ordenador era yo, me han cargado el San Benito. Yo sería el encargado de reunir todas las fotos y realizar un CD. No es por poner pegas, pero mi Netbook no tiene disquetera, por lo que yo si queréis las paso, pero no lo podré copiar- he dicho. A parte cada dos redactan un día de los diez. No entiendo cómo, pero han preaceptado enviarme todos los días a mi correo para juntarlos y redactarlos mejor. Venga ya! Esta mañana tenía planeado cambiar una caja de té y mirar alguna camiseta, además de visitar el St. John’s College.

Así que, en el café, muy serenamente me he dispuesto a introducir 9 tarjetas de cámara de fotos en mi NetBook e ir creando carpetas de diferentes nombres. Cuando he terminado, he recogido y me he ido solo. Me quedaba tan solo una hora para bajar al centro y hacer lo que tenía en mente, porque la hora límite eran las doce de la mañana, momento en que habíamos quedado para comer. Encima las nubes amenazaban lluvia y llevaba el portátil en la mochila. No era plan de que diluviara. Así que tras el rato de tiendas, me he metido en el St. John’s y he hecho un vídeo completo y alguna que otra foto. He pensado que era mejor grabarlo todo y no perder demasiado tiempo echando fotos. Diez minutos antes de las doce he cogido el bus que subía directo al Fitzwilliam. He llegado bien, todavía quedaba gente por llegar. No obstante, hemos ido entrando a la cocina a elegir los platos del día. Se ve que había una ceremonia de graduación- los ingleses con el gorrito- así que nos han trasladado a un salón de conferencias para comer. Mesas con mantel, centros de mesa y todo muy bien decorado. Le habían preparado una pequeña carta, en respuesta al discurso del viernes de Eli. Así que al final de la comida, alguien lo ha leído.

A partir de esto momento, maletas, taxi, ganas de reencontrarse, 11 libras, autobús a Stansted, llegada, aeropuerto, baño, maletas, ganas de besar, facturar, 14.4 kg, esperar, despedidas, abrazos, adioses, esperar, 17.00 retraso del avión a las 18.15, más espera, ganas de abrazar, pueblo duerme, llamadas a casa, embarque, colas, líos, avión, asientos, incomodidad, esperar, nervios, más espera, Ryanair, espera, 19.30, motores en marcha, cinturones, movimiento, encarar, despegue, sensaciones, fotos ventanilla, buscar a Willy, Genealogía de la Casa Británica, párpados juguetones, que bajan que suben, cuello indómito, somnolencia, incomodidad, guiñote from lost to the river, Pirineos, Alcañiz, Valencia, noche, luces, cinturones, aterrizaje, calor , bochorno, saludos a las cristaleras, cinta de maletas, a esperar, no sale, esta?, no, siguiente, tampoco, preocupación, menos gente, nervios, ansia, ahí está, maleta, baño, pasillo, puertas, caras, reconocer, sonrisas, alegría, casi lágrimas, abrazos, amor, hablar, hablar y hablar. Coche, sin salida, sin rumbo, gasolinera, ideas claras y hasta aquí.

Abrimos la puerta, dejamos la maleta, nos ponemos el bañador, toalla y a la piscina. Bañito y parloteo hasta las mil.

Buenas noches Inglaterra, un joven recuerdo.

Día 9. Treasure Hunters





Segundo y último viernes en Reino Unido. Ha sido un día exciting y muy competitivo. Por la mañana, lo que viene siendo de costumbre entre semana pero con un plus de despedidas con los profesores de la academia con el certificado de la misma. Algunos compañeros se quedan extrañados cuando las fechas del diploma son 12/07/10 al 16/07/10 ya que lo normal es estar tres semanas o un mes, aunque hay gente que llevaba meses. Es interesante lo de algunos, el llamado año sabático de sabat¿? de descanso será. Se tiran un año al extranjero, buscándose la vida de aquí para allá y acudiendo al estudio del idioma cada día. Es una aventura que no descarto compartir algún día, pero seguro que un año así no me lo tiraría. Quizá un mes, dos a lo sumo. Añoro mi casa, y cuando digo mi casa me refiero a todo lo que me ha ido rodeando durante diciannove anni. Pero creo que es una de las mejores maneras de integrarte en una cultura, y aprender más de ella, porque tienes que buscarte la vida para sobrevivir, y así se aprende mucho, a mi parecer. Por ello valoro mucho a la gente que se lanza a hacer estas locuras. Hoy por hoy, no me veo en condiciones pero oye, una locura es una locura.

En fin, a lo que íbamos, que concluyendo las últimas clases, nos hemos ido a comer de nuevo a la parada de las jacket potatoes. Esta vez ha sido una jacket potato con matture cheese con atún. Deliciosa y llena a más no poder. Por eso, la elección no ha sido del todo buena si pensamos en lo que nos espera por la tarde. Así que había que dejar reposar para que la digestión fuera lenta y correcta. Finalmente, a eso de las tres y media, habíamos quedado en al Park Spice para comenzar con la prueba de campo Treasure Hunt. Se nos han repartido hojas con unas 28 preguntas a contestar. Cuestiones que versaban sobre pequeños detalles de Cambridge que hemos ido viendo a lo largo de la semana. Al principio un poco de desorientación. Yo me hice el valiente de decir, id a hacer esto mientras yo hago lo otro y quedamos en tal sitio. Cuando llegué al lugar donde me deberían estar esperando, no había nadie. Me desmoralicé bastante por pensar que todo había terminado, por ver que no nos habíamos organizado bien. Pero de perdidos al río. Empecé a buscar al resto del equipo y en la estancia de información del ayuntamiento los encontré. Así, pletórico de energía seguimos con las pruebas, corriendo ciudad arriba, ciudad abajo. Me tomé esta prueba como algo personal, muy competitivo, porque me motivaba. Realmente no pensaba que lo lográramos, siempre pienso que hay alguien por encima de ti. Pero fue el momento de contestar la última pregunta, de demostrar que nos la sabíamos. La demostración consistía en encontrar el pub donde Eli, la coordinadora, se encontraba.
Cuando llegamos a la cristalera del pub y la vimos dentro, sentada, sola, aplaudiéndonos, fue tan emocionante… haber llegado primeros. Y nos sentamos a su alrededor, para contar cómo había transcurrido la prueba. Parecía que una de las preguntas nos la saltamos y yo decidí salir calle abajo, corriendo para comprobar esa pregunta. Me agoté demasiado comparado con la poca repercusión que tuvo saber esa pregunta, porque ya desde la distancia y la calma, esa pregunta se la saltaron la mayoría. A medida que llegaban los grupos nos tomábamos refrescos y comenzó el recuento de puntos. Fue ajustado, un punto extra por ser primeros y un mayor número de respuestas correctas dio al grupo el primer puesto. Fue gratificante, el cansancio supo bien y la taza de porcelana con los escudos de los 31 colleges como premio me azucaró un buen tazón de Earl Grey. Más entregas de diplomas, y vuelta al Fitzwilliam para ducharnos y cambiarnos. Algunos aprovecharon el tiempo antes de la cena para preparar la maleta. Yo bajé al café con el Skype. Me moría de ganas por hablar unos minutos aunque fuera. Pero pronto me tuve que ir para hacer la última cena en England, en un Curry, el Curry King. Comida india, salsas picantes y carnes típicas de allí. Bonita cena, con discursos, fotos y un rato de fiesta. Por la noche querían marcha, yo me hubiera vuelto pero visto que era la última noche, quisieron entrar en una discoteca. En la mismísima entrada me atracaron con 5 libras para entrar a un antro lleno de especímenes realmente extraños, música cambiante, arrítmica, insoportable. Ya digo, lo único que añoro es la ausencia de humo en estos lugares, pero por el resto, podríamos haber estado charlando en cualquier buen pub de la zona. De ahí, la fiesta decayó y nos volvimos al college para preparar la maleta (algunos) y dormir después.


~Todo por hoy~