lunes, 14 de septiembre de 2009

Fuego... y sus anécdotas



-¿Qué tiene el fuego que nos parece tan hermoso? No importa qué edad tengamos. Siempre nos atrae. Un movimiento perpetuo. Algo que el hombre siempre quiso inventar. Si uno lo dejase arder, duraría toda la vida. ¿Qué es el fuego? Un misterio. Los hombres de ciencia charlan y charlan acerca de moléculas y fricciones. Pero nada saben realmente. Es hermoso porque detruye la responsabilidad y las consecuencias...

Ray Bradbury, Fahrenheit 451


Realmente, en el libro, el fuego elimina toda fuente de preocupación o problemas. Vale! Ya sé que los libros no son problemas, pero ya me entenderás si lo lees o lo has leído. Es un fenómeno que ayuda a olvidar, que desintegra en cenizas, que devuelve a los objetos su origen, el polvo. Pero, a lo largo del libro, el protagonista advierte que el fuego no sólo sirve para borrar, para olvidar. Se da cuenta de que el fuego también es vida, y con el crepitar de sus llamas, emboba las miradas de los diferentes individuos reunidos a su alrededor. Que causa sensaciones diferentes a todos y cada uno de ellos. A algunos les causa terror, a otros les es reconfortante, incluso a otros les ayuda a soñar, en una noche estrellada a la intemperie.

El fuego, para mí, es algo más que esa llama que oscila al son del viento, algo más que la combustión de un combustible, es una sensación dentro de mí, diferente a cualquier otra, y por tanto, única. Una sensación perceptible en la mirada, con los gestos, sobran palabras. Y es que, cuánta razón, hay situaciones en que las palabras sobran, únicamente hace falta observar la manera de actuar, la manera en que esa llama va cogiendo forma. Colores vivos, cálidos, el rojo, el amarillo anaranjado, incluso el azul verdoso, pertenecen a esa gama calorífica, se desprenden y ascienden hasta las capas más altas de la atmósfera, y vuelan, mientras ven las estrellas en la lejanía. El fuego, también origen de catástrofes, de miseria, de tormentos, de preocupación... y es que, como todas las cosas, en exceso, no son buenas a la larga.

Pero bien, el fuego al que me refiero es un fuego delicado, de los que se dejan arder y no lo queman todo enseguida, que va poco a poco, sin prisa, pero sin pausa. Y como el ave fénix que de sus cenizas vuelve a resurgir, pues las cenizas que éste fuego deja, se vuelven a convertir en combustible, pero con una ventaja, que recuerda todo lo vivido y
puede aprender de ello y seguir evolucionando. Es por eso, una llama que no termina, un fuego infinito, resistente a vientos y mareas.

Una llama dormida que se ilumina al abrir los ojos y verte a mi lado, acurrucada como te dejé cuando los cerré hacía unas horas. Y despertar junto a ti, por primera vez. Lo que había sido un sueño, hecho realidad. Esa mirada somnolienta, risueña, cansada a pesar de haber dormido (un poco). Y es así, el fuego, un misterio como afirma Ray en su novela, que no sabes ni de dónde surge ni adónde te dirige. Sólo esperar que te guíe, por el buen camino, la llama del amor.

Y así queda, otra forma de ver la típica hoguera de San Juan, o la hoguera primitiva, que reunía tribus indígenas o descendientes de los primeros Homo Erectus. Quién sabe, el fuego se presenta de tantas maneras que nunca se sabe cuál será mejor o peor, simplemente diferente, única y especial...


Derritiéndome como la cera,
tratando de crear algo,
que sin saber cómo,
algún día ya fue creado...

1 comentario:

Mirna dijo...

En tiempos pasados, como fuegos... artificiales.
Tú fuego es dulce, tu fuego es cálido, pero hay otros que más que calentar, queman, como fue en mi caso.
El final, desde la llama dormida, te ha quedado precioso.
Desde Marte (que es rojo como el fuego)
Mirna