sábado, 2 de mayo de 2009

Esos regalos que, a veces, no aprecias






Quizá intentar explicar lo que supone la cuenta atrás de un evento, un reencuentro, una separación, un distanciamiento, un inicio o un fin, sea complicado y molesto, en gran medida por todo aquello que dejas atrás, o bien a lo desconocido que está por llegar. Pero no cabe duda que todos hemos pasado un momento así, un momento en el que algo va a terminar inminentemente, y solo cabe esperar, aprovechando al máximo los días, las horas y los segundos que quedan, porque la fugacidad del tiempo nos acecha, es nuestra sombra, la ley de vida, y en cuanto te percatas, la cuenta atrás se ha convertido en un recuerdo agridulce. Te sientes bien por recuperar esos instantes en tu interior pero a la vez sientes el dolor por saber a ciencia cierta, que hasta el momento, volver a vivir un instante sólo puede hacerse a través de los sueños, y no siempre que quieres...

Todo viene porque en apenas un mes, la rutina de poco más de un lustro se va a convertir en una imagen cada vez más borrosa, una imagen donde caben todo tipo de anécdotas, amistades, problemas, amores y, sobretodo, tu adolescencia. La necesidad de inmortalizar estos momentos se hace expresamente sensible durante los últimos suspiros de este último curso porque, para bien o para mal, la vida seguirá conforme cada uno elija y la distancia hará presencia entre unos y otros y llegará un día en que esa imagen recordará aquellos viejos tiempos. Pero no ofendamos al futuro, ni al destino porque aunque lo intentemos nunca los alcanzaremos.

Y me pregunto para qué sirve pensar en las cuentas atrás. Mientras piensas en ella, estás dejando de disfrutar el presente, preocupándote en cuándo terminará. Y bien, te ves a mediados de julio, fuera de cualquier preocupación, pero no! Resulta que en dos meses empieza un nuevo reto, y para más inri, empiezas a complicarte la existencia pensando en lo poco que queda, por lo que no disfrutas lo que en mayo pensabas disfrutar en julio. Y se forma un bucle sin fin, en el cuál no hay salida. Percatarse de ello es un pequeño paso para aprovechar el regalo de cada día, aprovecharlo como queramos, de la manera más insignificante, porque, al fin y al cabo, lo que queda es la suma de todos esos pequeños regalos, regalos enlazados, envueltos y amontonados en lo que viene siendo, así a bote pronto, la vida, nuestra vida.



...pese a todo, hace sentirme bien decir
que queda un día menos para ver
te.

4 comentarios:

Mirna dijo...

Las esperas son exactamente lo que has dicho: un recuerdo agridulce.
Angustiosas y a la vez que te hacen sonreír por aquellos momentos que sabes que pasarás.
Son como mariposas en el estómago mas retortijones.
Y realmente, pensar en la cuenta atrás... Es mejor aprovechar el día al máximo, ¿No? :)

Sara dijo...

Mientras duran, las esperas parecen un mundo pero, cuando han pasado... se quedan en nada.

;)

Marc dijo...

Molt bo el text.
Per cert, se note la influencia de cert professor de dibuix...a bote pronto..jaja

Adeu!

Victor dijo...

Que currado tio el texto... como siempre vamos!
No vale la pena pensar que queda poco, lo que realmente hay que pensar es que lo que viene de ahora en adelante es mejor y hay que aprovecharlo al máximo, vale???
Por cierto la frase de "a bote pronto", sin comentarios jajaja!

Bueno tio, que nos vemos mañana, cuidate, adewwwww!!!