martes, 12 de mayo de 2009

Una de verso


Indagando por las entradas antiguas y borradores varios, he encontrado un poema que escribí a mediados de Septiembre del pasado año, y como en su momento no fué publicado, por pereza o por posibles malentendidos, me gustaría rescatarlo del baúl y compartirlo con vosotr@s, ahora sí, seguro que sin ningún malentendido. Quizá haya perdido para mí el significado original, pero aún así, me evoca a un lugar inerte y una situación amorosa, al estilo de la pareja de enamorados de Tardes de Invierno Tardío en el campo -de la cuál, espero darle continuación en breves-. Ahí va...


Sobrevolando las tinieblas,
superando los bosques de oscuridad,
frondosos, en un vuelo infinito,
durante horas notando la brisa
que mueve sus cabellos,
yo detrás, ella delante,
ambos volando con un mismo rumbo,
un mismo destino.

Y es que cuando la miro esa trémola sensación,
aparece en mi interior,
no sé explicarlo pero es así;
desde el primer día que empezamos a volar,
cuando la vi, nada volvió a ser igual.
La brisa vuelve, se ven bandadas de pájaros,
con un mismo rumbo,
un mismo destino, como el tuyo y el mío.

Nada sería lo mismo sin ti ahí delante,
¿qué nos llevó a encontrarnos?
¿por qué?, me pregunto.
Alguien hizo que los imanes se atrajeran
como nuestras dulces miradas,
sobrevolando las tinieblas,
experimentando el vértigo,
junto a un cúmulo de sensaciones,
jamás antes descritas.

No sé cómo contar esto,
no sé cómo decirtelo,
sin que nada resulte mal,
tal vez debería esperar a conocerte más,
cuando nuestros vuelos se estabilicen,
que conozcas mi trayectoria, que conozca la tuya,
tal vez es pronto para decírtelo, no debería.

Te perdería demasiado pronto,
no lo entenderías, y lo sabes.
Puede que ahora lo sepas,
y que esto no sirva de nada,
pero es lo que siento ahora mismo,
no necesito dar más explicaciones,
sólo, abrumado por la situación,
pero esperando ese vuelo que un día,
sin que nadie lo espere, llegará.

Quién sabe si mañana, quién sabe si pasado,
pasado es lo que dejamos atrás,
durante tanto tiempo mirandote allí sentada,
en las alturas ajetreada,
pero no podía dejar de mirarte,
hasta que un día alguien nos presentó
y entonces te vi muy de cerca,
mis labios en tu mejilla,
los tuyos en la mía,
quién sabe si ese beso fue el último
o el primero de una larga vida,
en la que los dos llevemos el mismo rumbo.

Puede que no sirva de nada pero,
necesito contarte todo esto,
porque es lo que siento,
y como lo siento,
así soy yo, gracias a ti.



Un saludo!

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