domingo, 7 de junio de 2009

Tan fácil como una simple mirada



Lee primero Ayer y sus dudas
, Correr tras ella, o no? Esa es la cuestión y La otra versión (tómatelo con calma)


Su camino desembocó a un lugar nunca antes visitado. Quizá por falta de tiempo, por falta de ganas, nunca estuvo por allí, y dió la "casualidad" que unas mensajeras se presentaron por aquel lugar. ¿Mensajeras de quién? ¿Mensajeras del diablo?, ¿del vigilante?, ¿del cotilla?, no se sabe, o simplemente se dejaron caer por allí. Esperaron al acecho, hasta que se quedó solo para acercarse e insistirle en que siguiera intentando, que aunque ella se hubiera ido, no significaba que no deseara estar con él, simplemente que era una mujer difícil. El chico ya estaba demasiado harto de tantas falsas esperanzas, ya no servían de nada. Quizá ahora, el peor error ya no fuera que él no salió corriendo tras ella, sino que ella no se debiera haber marchado. Y es que a veces, hacen más daño las esperanzas que la cruda realidad.

Pero él se extrañó, las dos no se movían de su campo de visión. Se sentía vigilado," ¿pero qué creen que hacen?, ¿acaso aquella que marchó tendría algo que ver?" Le asaltaron las dudas, pero ya no tenían el suficiente peso para detenerlo. La noche había tomado una dirección inesperada. De hecho, él había pensado hacer todo lo contrario de lo que finalmente hizo y no se arrepintió, ni mucho menos. Se dió cuenta de que a su lado hay personas que valen mucho más que una pobre chica que va de diva por la vida. Gente con la que se sentía correspondido, gente a la que realmente quiere y aprecia. Sí, al fin y al cabo, que se fuera por donde había venido, no fue una mala decisión. Una decisión que le abrió los ojos para tumbar el muro que ocupaba gran parte de su espacio, un muro que tapaba muchas de las delicias que ahora le rodean.

Ahora él ya no la buscaba para dejar de vivir entre grises. Ahora le daba igual que fuera blanco o negro, sólo le quería agradecer el esfuerzo empleado para ignorarle con tanta sutileza y prepotencia, porque, a veces las guerras se ganan sin llegar a la batalla, incluso sin el diálogo..., con una simple mirada. Una mirada de las que no hacen daño porque te petrifican por dentro y ni te enteras.

Adiós...


Continuará...

1 comentario:

Mirna dijo...

Las decisiones de las que sientes algo por dentro que te hace alzar la cabeza, tragar saliva y mirar al frente con la mirada limpia son las adecuadas.
Seguro que ha elegido bien :)