martes, 3 de noviembre de 2009

Y cuando menos te lo esperas...





La buscaba, la seguía de hace días, y no la veía, ¿dónde se habrá metido? Las horas que son y no la veo por aquí. Un volteo hacia allá y tampoco. Será la ciudad, la muchedumbre, el ir y venir de edificios a tu alrededor. Y te despistas y lo olvidas por un rato. Miras semáforos rojos, coches, gente, trajín, todo a una velocidad de vértigo, a la velocidad del sonido. Todo es posible con la memoria. Puedes rebobinar la cinta cuando quieras, como quieras y a la rapidez que desees. A veces, me concentro y todavía la "oigo", o al menos como en su día la oí, de una manera única y especial. Pero sus movimientos son tan imprecisos para mí que realmente se me hace difícil localizarla entre todo este rumor.

Ayer ya deambulaba, de noche, buscando, buscando, mirando aquí y allá. Y sabía que estaba, que me estaba mirando, que me observaba desde lo lejos, como desde otro mundo, ausente. Sólo puedo decir que lo intuía, y ahí entraba mi componente de desesperación, la intuición sin la visión. No podía, no me dejaba verla, y finalmente llegué a casa y por la ventana era poco probable encontrarnos las miradas. Dormí poco, pero soñé, soñé con ella, en
aquello, y realmente ya no esperaba nada más. Me dió esquinazo, me dejó plantado en medio de la calle. Imposible comprender porqué, pero me resigné y dejé pasar el tiempo.

¿Y hoy? No me la esperaba, ha sido sorprendente, a las 8 menos diez de la mañana ahí estaba, en el horizonte, dirección noroeste. ¿Cómo? Estaba bajísima, me ha sorprendido, su radio era como el doble al de aquella noche. La idea conspiratoria de que se estaba acercando ha durado unos segundos, cuando de repente se ha desvanecido de nuevo, parece que huye de mí.

Parece como si el juego del escondite fuera su mayor diversión. Y bien, a las 8 "PM" la pobre, cansada de estar en la sombra todo el día, ha salido a la luz de la noche. Y allí la he visto, resplandeciente, sin una nube, ningún edificio alrededor, y
así fue. Y entonces la cinta ha vuelto a rebobinar, sí, a recordar. Porque como dirías, "por aquellos viejos tiempos", cuando los lobos solían aullar desde la colina, mientras los lobeznos "retozaban", o bien en la arena, o bien en... ¿un lugar más alto que la colina?

Sí, ahí está por un ratito más
, the Moon, our Moon...















...y yo cuento, y veo una..., dos..., y tres...,
tres lunas llenas... :)
In other words...,
there're no words,
there're feelings...


Un fuerte abrazo!!

2 comentarios:

Natalia dijo...

Y como digo, ojalá pudieras verme la cara...
No sabes lo exasperante que resulta para una futura filóloga tener que reconocer, una vez más, que me has dejado sin palabras :)
¡Esto empieza a ser una constante!


Y no te imaginas cuánto vale la pena ^^
El 3 es un número genial, pero ¿qué me dices del 333333...?

No hay nada que pueda decirte que no pueda demostrarte; pero quiero quiero quiero... quiero sólo darte las gracias por todo, en toda la magnitud de la palabra.
Y se la daría a tus padres, y a tus abuelos, y a tus bisabuelos, y a tus tatarabuelos, y a los árabes o a los romanos o los griegos; o a los cartagineses, o a los fenicios, o a los celtas, o a los íberos, o a los homo erectus, si hace falta; porque gracias a ellos, existes.

Y, y, y, y, y, ¡y!

Mirna Macondo dijo...

Qué bonito :)
El escondite es un juego genial. Porque hace que ansíes cada vez más lo que buscas, y cuanto más lo retardas, mejor es el momento. Hasta la angustia sabe buena, porque en el momento en el que la encuentras, te llena de placer...
Un muá desde Marte
Mirna